El bordado a mano de Madeira es reconocido en todo el mundo por ser uno de los más finos de su estilo. Durante los últimos 150 años, Madeira ha ido recogiendo toda la experiencia de los centros regionales de bordado ya desaparecidos en Europa, para crear un tipo único en términos de calidad de mano de obra, sin parangón en el mundo.
La historia comienza en la década de 1860, cuando Elizabeth Phelps, la hija menor de un adinerado exportador de vinos, preocupada por los efectos de la plaga de phyloxera que estaba dañando considerablemente los viñedos y, por ende, los ingresos de los trabajadores, pensó convertir el pasatiempo campesino del bordado en una industria artesanal. Gracias a sus contactos de ultramar y a sus propias habilidades, sobre todo en organización y motivación, comenzó a vender los bordados de la isla en los salones de la Inglaterra Victoriana.
La industria, aunque tuvo una gran vida durante la primera parte del siglo, tuvo su declive durante la Primera Guerra Mundial (1914–1918) y fue desplazada por los intereses libaneses y sirios, que producían bordados en masa, más sencillos y de dudosa calidad, principalmente para el mercado estadounidense. Sin embargo, el período de posguerra vio el renacer de la demanda de productos de alta calidad y de un nuevo espíritu empresarial.
En esta página les presentare los trabajos realizados por mi madre. Espero que lo disfruten ya que en la actualidad cada día este tipo de trabajo artesanal se ve muy poco.
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